Pocas veces me cuesta plasmar mis vivencias cotidianas en esta bitácora. Hoy es un día de esos en que no me sale nada...o por lo menos, me está costando escribir.
Los últimos 5 días han sido sumamente agotadores, no sólo por la celebración de Nochebuena y Navidad, sino por esos acontecimientos que casi nunca tenemos previstos en nuestra agenda diaria, o mejor dicho, casi nunca los imaginamos como posibles, y preferimos pensar que nunca sucederán. Sin embargo, Dios permite que hasta las agendas más organizadas y "calculadas" sufran "pequeños" cambios, que al final de cuentas, nos terminan sacudiendo y sacando de base, como decimos popularmente.
Esta víspera de navidad fue muy diferente a la de otros años. Mi abuela, quien ha estado muy delicada de salud, especialmente en cuanto a su osteoartritis y depresión se refiere, tuvo que ser hospitalizada de emergencia el jueves 21: una repentina subida en su azúcar (ella es diabética) y caída de su presión arterial (también es hipertensa), nos obligó a llevarla de emergencia e internarla. En el transcurso de la revisión médica, nos dimos cuenta que tenía además de los síntomas iniciales, una grave infección de riñones e infección en uno de sus pulmones, el cual ya se estaba empezando a llenar de líquido. Durante los siguientes 2 días, le practicaron casi todos los exámenes imaginables (sin duda alguna, los médicos también piensan en como sacarle dinero a la gente, a veces hasta sin necesidad). Las diversas gestiones con médicos, laboratorios y farmacias, nos han dejado un poco cansados a varios miembros de la familia. Afortunadamente le dieron el alta, el sábado 23 a las 2:30 pm; con esta buena noticia, las posibilidades de celebrar nuestra nochebuena y navidad en el hospital, se disiparon totalmente. Gracias a Dios, mi abuela, ya está mucho mejor, interactuando un poco más con todos nosotros, con un mejor brillo en sus ojos, con la esperanza y certeza de que terminará este año en familia, con vida y recibiendo mucho amor, si Dios así lo dispone.
El mismo día en que mi abuela salió de su crisis, el hermano de una amiga muy querida, murió. Desconozco aún la causa de su muerte. La llamada de pésame fue para dar apoyo y consuelo. Sólo sé que tenía 33 o 34 años, deja esposa y 2 hijas. Sus padres, abuela y hermanas, le lloran y le seguirán llorando.
Pienso cuan frágiles somos los seres humanos en realidad, y cuan orgullosos y omnipotentes nos creemos, sin necesidad de Dios, sin necesidad de otros, sin interés por nadie más que por nosotros mismos. A donde irá a parar el mundo, me pregunto, con tanta fatuidad, indiferencia, materialismo, consumismo, y tantos otros "ismos" que nos corroen.
Al salir del hospital con mi abuela recuperada, pude observar mejor que nunca antes, cuanta gente andaba como loca en las calles, comprando, gastando lo poco que se tiene, reduciendo la navidad, complicándose la vida. Cuanto nos preocupamos y afanamos en trivilidades; lo tenemos todo, y somos tan poco agradecidos. Que más podemos pedir? Si hay salud, trabajo, techo, familia, amistades; si amamos y somos amados, qué mejor regalo? Si tenemos fé en Dios, y contamos con la certeza de que El mejor que nadie conoce nuestras necesidades y lo que mejor conviene, por qué sufrir tanto? por qué desear más? por qué despojar a otros y pisotearles para alimentar nuestros egos?
Que naturaleza tan complicada y tan particular la del ser humano...no dejo de cuestionarnos, no puedo. Sólo me queda revisarme interiormente y cambiar lo malo que encuentre, con la esperanza y deseo que otros también lo hagan.
Los últimos 5 días han sido sumamente agotadores, no sólo por la celebración de Nochebuena y Navidad, sino por esos acontecimientos que casi nunca tenemos previstos en nuestra agenda diaria, o mejor dicho, casi nunca los imaginamos como posibles, y preferimos pensar que nunca sucederán. Sin embargo, Dios permite que hasta las agendas más organizadas y "calculadas" sufran "pequeños" cambios, que al final de cuentas, nos terminan sacudiendo y sacando de base, como decimos popularmente.
Esta víspera de navidad fue muy diferente a la de otros años. Mi abuela, quien ha estado muy delicada de salud, especialmente en cuanto a su osteoartritis y depresión se refiere, tuvo que ser hospitalizada de emergencia el jueves 21: una repentina subida en su azúcar (ella es diabética) y caída de su presión arterial (también es hipertensa), nos obligó a llevarla de emergencia e internarla. En el transcurso de la revisión médica, nos dimos cuenta que tenía además de los síntomas iniciales, una grave infección de riñones e infección en uno de sus pulmones, el cual ya se estaba empezando a llenar de líquido. Durante los siguientes 2 días, le practicaron casi todos los exámenes imaginables (sin duda alguna, los médicos también piensan en como sacarle dinero a la gente, a veces hasta sin necesidad). Las diversas gestiones con médicos, laboratorios y farmacias, nos han dejado un poco cansados a varios miembros de la familia. Afortunadamente le dieron el alta, el sábado 23 a las 2:30 pm; con esta buena noticia, las posibilidades de celebrar nuestra nochebuena y navidad en el hospital, se disiparon totalmente. Gracias a Dios, mi abuela, ya está mucho mejor, interactuando un poco más con todos nosotros, con un mejor brillo en sus ojos, con la esperanza y certeza de que terminará este año en familia, con vida y recibiendo mucho amor, si Dios así lo dispone.
El mismo día en que mi abuela salió de su crisis, el hermano de una amiga muy querida, murió. Desconozco aún la causa de su muerte. La llamada de pésame fue para dar apoyo y consuelo. Sólo sé que tenía 33 o 34 años, deja esposa y 2 hijas. Sus padres, abuela y hermanas, le lloran y le seguirán llorando.
Pienso cuan frágiles somos los seres humanos en realidad, y cuan orgullosos y omnipotentes nos creemos, sin necesidad de Dios, sin necesidad de otros, sin interés por nadie más que por nosotros mismos. A donde irá a parar el mundo, me pregunto, con tanta fatuidad, indiferencia, materialismo, consumismo, y tantos otros "ismos" que nos corroen.
Al salir del hospital con mi abuela recuperada, pude observar mejor que nunca antes, cuanta gente andaba como loca en las calles, comprando, gastando lo poco que se tiene, reduciendo la navidad, complicándose la vida. Cuanto nos preocupamos y afanamos en trivilidades; lo tenemos todo, y somos tan poco agradecidos. Que más podemos pedir? Si hay salud, trabajo, techo, familia, amistades; si amamos y somos amados, qué mejor regalo? Si tenemos fé en Dios, y contamos con la certeza de que El mejor que nadie conoce nuestras necesidades y lo que mejor conviene, por qué sufrir tanto? por qué desear más? por qué despojar a otros y pisotearles para alimentar nuestros egos?
Que naturaleza tan complicada y tan particular la del ser humano...no dejo de cuestionarnos, no puedo. Sólo me queda revisarme interiormente y cambiar lo malo que encuentre, con la esperanza y deseo que otros también lo hagan.
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