
Escribo desde la calurosa (al menos en este instante) ciudad de Comayagua. Aproveché la visita de una amiga de mi grupo de oración, para acompañarle en su corta visita a la Escuela Católica "Nuestra Señora Reina de la Paz", y de paso, poder cambiar la rutina de Tegucigalpa. Es sorprendente como ha crecido este valle en los últimos 10 años. La nueva inversión en infraestructura, proyectos agrícolas y negocios comerciales, es más que evidente. Nunca hubiera pensado que esta ciudad tendría un despegue a este paso tan acelerado (en términos relativos, pues en Honduras, muchas cosas caminan lentamente). Me da mucho gusto ver todo esto, ya que al final de cuentas, todos y todas en Honduras, deseamos una mejor calidad de vida en nuestro terruño. Por otro lado, el Centro Histórico de Comayagua y la nueva imagen que el actual alcalde le ha dado, es muestra de que todo es posible en Honduras, siempre y cuando las autoridades electas, deseen realmente trabajar en beneficio de los ciudadanos a quienes deben su esfuerzo y gestión.
Ayer estuve en Santa Ana, Francisco Morazán, ya que se celebraba la festividad de esa santa (Madre de Nuestra Señora), y nunca antes habiamos presenciado alguna muestra de dicha celebración. En resumen, las ferias de nuestros pueblos son muy similares: celebraciones religiosas y procesiones(especilamente de la Iglesia Católica), quemas de pólvora, casetas con mucha comida y bebidas (fritangas, carne asada, "birrias" y refrescos), venta de mercadería ("achines"), kermeses (ahora con discomóvil y no sólo con marimba) y juegos mecánicos, entre otras cosas. Pasamos un bonito rato, viendo todas estas cosas, así como la gente de pueblo adentro.
Luego optamos por aprovechar de una sola vez el paseo, y desviarnos hasta Ojojona, a unos 2 kms. de Santa Ana. Me imagino que por ser jueves, el pueblo lucía un tanto solitario, todo demasiado tranquilo...el tiempo al parecer, se había detenido. Compramos un par de artesanía de barro, a precios muy baratos para ser sincera. Pensé en lo afortunados que se siente los turistas cuando cargan sus dólares y les dan precios increíbles en "desplumados lempiras". Para muestra un botón: 3 pequeñas ollitas de barro más una base de metal para colocarlas, me costaron el equivalente a US$2.50. Otros que hacen su "agosto" son los dueños de souvenirs de la capital, ya que venden todos estos artículos en sus tiendas, a precios para "irse de espaldas"...al final, una se siente estafada! Es verdad que ellos tienen que pagar alquileres y cubrir costos fijos más altos, sin embargo, el margen de utilidad sigue siendo muy alto...pero bueno, ahora todos se esconden bajo el dicho que "la ley de la oferta y la demanda, definen el precio".
En la visita a estos 2 pueblitos (Santa Ana y Ojojona), la falta de opciones de alimentación higiénica a precios razonables, es uno de los mayores inconvenientes. Si en Honduras realmente deseamos promocionar e incrementar el turismo interno y extranjero, con la garantía de dejar en el turista, una buena impresión y el deseo de regresar, tendremos que definir estrategias con y para las alcaldías, orientadas a resolver dichas necesidades. Igualmente, la participación e inversión de esfuerzos de los habitantes del lugar (las llamadas "fuerzas vivas") es esencial para mejorar nuestro turismo. Honduras es bella, y para disfrutarla, requerimos no sólo las carreteras de acceso en buenas condiciones, sino toda una infraestructura, que responda a las necesidades e intereses de los visitantes.
Ayer estuve en Santa Ana, Francisco Morazán, ya que se celebraba la festividad de esa santa (Madre de Nuestra Señora), y nunca antes habiamos presenciado alguna muestra de dicha celebración. En resumen, las ferias de nuestros pueblos son muy similares: celebraciones religiosas y procesiones(especilamente de la Iglesia Católica), quemas de pólvora, casetas con mucha comida y bebidas (fritangas, carne asada, "birrias" y refrescos), venta de mercadería ("achines"), kermeses (ahora con discomóvil y no sólo con marimba) y juegos mecánicos, entre otras cosas. Pasamos un bonito rato, viendo todas estas cosas, así como la gente de pueblo adentro.
Luego optamos por aprovechar de una sola vez el paseo, y desviarnos hasta Ojojona, a unos 2 kms. de Santa Ana. Me imagino que por ser jueves, el pueblo lucía un tanto solitario, todo demasiado tranquilo...el tiempo al parecer, se había detenido. Compramos un par de artesanía de barro, a precios muy baratos para ser sincera. Pensé en lo afortunados que se siente los turistas cuando cargan sus dólares y les dan precios increíbles en "desplumados lempiras". Para muestra un botón: 3 pequeñas ollitas de barro más una base de metal para colocarlas, me costaron el equivalente a US$2.50. Otros que hacen su "agosto" son los dueños de souvenirs de la capital, ya que venden todos estos artículos en sus tiendas, a precios para "irse de espaldas"...al final, una se siente estafada! Es verdad que ellos tienen que pagar alquileres y cubrir costos fijos más altos, sin embargo, el margen de utilidad sigue siendo muy alto...pero bueno, ahora todos se esconden bajo el dicho que "la ley de la oferta y la demanda, definen el precio".
En la visita a estos 2 pueblitos (Santa Ana y Ojojona), la falta de opciones de alimentación higiénica a precios razonables, es uno de los mayores inconvenientes. Si en Honduras realmente deseamos promocionar e incrementar el turismo interno y extranjero, con la garantía de dejar en el turista, una buena impresión y el deseo de regresar, tendremos que definir estrategias con y para las alcaldías, orientadas a resolver dichas necesidades. Igualmente, la participación e inversión de esfuerzos de los habitantes del lugar (las llamadas "fuerzas vivas") es esencial para mejorar nuestro turismo. Honduras es bella, y para disfrutarla, requerimos no sólo las carreteras de acceso en buenas condiciones, sino toda una infraestructura, que responda a las necesidades e intereses de los visitantes.
Fotografía de Comayagua, Cortesía de www.comayagua.org
Comentarios
La ley de la oferta y la demanda se ve empañada con la especulación, especialmente en un mercado controlado. Aquí en Honduras algunos se las arreglan para crear escasez artificial y así justificar el aumento de precios de determinado insumo.
Este tipo de artesanías, por ser tales, son consideradas como artículos de lujo, el lujo es caro, pagas –supongo- por una fina mano de obra. Entiendo que toda empresa desean sacar el mayor grado de utilidad que sea posible, el problema con exagerar el precio de un producto más allá de su valor real, a la larga, podría perjudicar a la empresa si dicho producto no es muy demandado. No sé.
¿Habrá escasez de barro? ¿Escasez de mano de obra calificada? ¿Trasportar la mercancía resulta oneroso? Lo dudo. Al final los que podrían estar perdiendo dinero son estos souvenirs capitalinos.
Saludos.