Hoy tengo la dicha de estar aquí, sentirme viva y estar agradecida por ello. Pocas veces he podido sentir la serenidad que hoy he experimentado. Es mi cumpleaños y lo he celebrado conmigo misma...que locura! Nada de regalos, nada de visitas. He visto a mis 2 hermanos solamente por pocos minutos. Es lunes y "ni las gallinas ponen". Mi madre está fuera de la ciudad, en el pueblo, en su hogar.
Desde temprano opté por estar sola, por desconectarme de todo y de todos. Mis tías tuvieron las suerte de contactarme desde tempranas horas, pero nadie más. Nada de TV, ni computadora, ni noticias que bombardean mi mente, quitándome la paz que tanto necesito; pidiéndome sutil y directamente tomar partido en todo este caos político por el cual ya hemos sufrido y perdido lo impensable. Nada de celulares (para colmo de males tengo 2), nada de teléfono fijo. No sé si hice mal al no atender tantas llamadas de felicitación, tal vez sí...los verdaderos amigos y amigas, comprenderán mis motivos, de esto no tengo duda; todos hemos querido estar solos alguna vez.
Me detengo y pienso en la posibilidad de no haber vivido el día de hoy. Me pregunto si es válido tal pensamiento en un día como éste. Me he sentido cerca de la muerte, probablemente sin motivos justificados....tal vez por la cirugía que me practicaron este año; por lo que sufrí antes de conocer el diagnóstico verdadero, por lo aterrada que estuve ante la posibilidad que "me había llegado la hora". Me doy cuenta del deseo que tengo por vivir, sin embargo, debo empezar a despojarme de muchas cosas y empezar a caminar más liviana; sin miedos, sin complejos, sin arraigarme tanto a la gente que amo (amar y nada más), sin aferrarme a las cosas materiales que con toda seguridad no podré llevarme.
La verdad es que la muerte está más cerca que distante. He visto morir a tantos en este año, cercanos y lejanos, ricos y pobres, sanos y enfermos, famosos y anónimos, buenos y malos...muchos se han adelantado ya. ¿Cómo no dar gracias a Dios por este nuevo día? ¿Cómo no sentirme afortunada? ¡Me siento inmensamente feliz!
Miro hacia atrás y me doy cuenta lo especial que ha sido este último año. Muchas cosas han cambiado para mejorar mi vida y no por casualidad, sino por decisión propia. Los cambios han dolido y han costado, pero son gratificantes. Miro hacia atrás y veo lo desenfocada que he estado. Sin embargo, también he aprendido que nunca es tarde para cambiar el rumbo, para enmendar y ser lo que debemos ser. El hoy será siempre mejor que el mañana, cuando se trata de volver a empezar, cuando se trata de mejorar nuestra calidad humana. Todo con el fin de procurar el beneficio de los demás, en especial de los que se cruzan en nuestras vidas. Entonces, sólo entonces, podremos estar seguros de haber cumplido a cabalidad nuestra misión.
Fotografía de Irina Orellana: Flor silvestre, Bosque de Sarabanda, Francisco Morazán.
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