Este día opté por matar la rutina e ir a ver a la abuela a la hora de almuerzo. Mañana voy para Cañaveral a visitar a mis padres, por lo que no podré estar con ella este domingo, así que nada mejor que ver a la viejita antes de mi salida.
A pesar de su condición física, y su estado, guardo con mucho cariño todos los momentos compartidos con la abuela hasta ahora, y a la vez, guardo en mi corazón la esperanza de verla feliz, platicadora, comelona y siempre soñadora en esta navidad. Ese en definitiva, sería el mejor regalo.
Me dió mucho gusto verla en la mesa del comedor en postura firme, como queriendo platicar. Hizo el intento por levantarse, e inmediatamente le recordé que no tenía permiso de moverse, ya que había decidido almorzar con ella y tenía que acompañarme. Sin fruncir el seño, y sin quejarse, decidió permanecer sentada, viéndome comer el "combo" de pollo frito que había comprado. Como siempre, me dió respuestas a medias, con pereza para hablar, pero esta vez con semblante diferente. Efectivamente, la abuela está más alegre, se le nota en la cara. Ya no se ve tan demacrada, como si la vida no tuviera sentido. Fueron muchas preguntas las que le hice, como de costumbre(demasiadas para ella y su depresión) : cómo se siente hoy? quien ha venido a verla? quien le ha llamado? ha comido bien? ha caminado un poquito? ha ido al baño?
Siempre le digo que está bien, que se ve muy bien, y le hablo de lo bonito que tiene el pelo, cada vez más plateado...antes acostumbraba teñirlo cada 2 o 3 meses. En medio de nuestra plática, Luisa, la muchacha que nos ayuda con su cuidado diario, interrumpió diciendo : "ayer estuvo limándose las uñas, me pidió un corta uñas más pequeño". Esta frase, tan sencilla, tan trivial para muchos, me ha dado las esperanzas de que pronto la abuela saldrá de su ciclo depresivo. El solo hecho de preocuprase por sus manos, ya es una buena señal de que su estado de ánimo está cambiando.
Trato de comprender esta enfermedad que se llama depresión, y es como querer comprender o asimilar a Dios, como querer saber el por qué de su existencia. Por más preguntas que me hago, las respuestas sin fundamento lógico, son las que surgen. Como es posible que esto suceda en una mujer tan luchadora, tan optimista ante la vida, ante los problemas??... por qué dejó su cerebro de segregar la bendita "serotonina"?... sigo sin respuestas.
Sólo me quedo con los recuerdos de su última aventura en Costa Rica, hace menos de 2 años, cuando decidió visitar el Volcán Poas y caminar ella sola hasta el mirador para ver el cráter. Todavía podía caminar y reirse de los parqueos especiales para personas discapacitadas. Hoy su realidad es otra. Con sus cartílagos practicamente gastados, sus rodillas tienen poca movilidad, los dolores son fuertes y la artritis ha pasado la factura.
Camino al mirador del Volcán Poas. Costa Rica.
La abuela, con mi prima Gretel, en el mirador del volcán Poas, Costa Rica.
A pesar de su condición física, y su estado, guardo con mucho cariño todos los momentos compartidos con la abuela hasta ahora, y a la vez, guardo en mi corazón la esperanza de verla feliz, platicadora, comelona y siempre soñadora en esta navidad. Ese en definitiva, sería el mejor regalo.
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